Denotación y connotación

 Al considerar el problema de la significación, es preciso distinguir la denotación de la connotación.

Se entiende por denotación al contenido puramente representativo y simbólico de un signo, que lo hace útil para designar un determinado referente. Dicho contenido viene dado por el sistema de relaciones y valores que es la lengua, convención que usamos todos los hablantes al comunicarnos. El diccionario proporciona ese significado denotativo de las palabras; por ejemplo, biblioteca: lugar donde se tiene un considerable número de libros para su lectura.

Ahora bien, los signos poseen, además de su significado en la lengua, diversos sentidos que proceden del uso que de ellos hacen los hablantes. Éstos los emplean en situaciones diversas, expresan mediante ellos un mundo subjetivo o intentan actuar con ellos sobre sus interlocutores. Experiencias, sentimientos, valores, son asociados a los signos que se cargan así de otro significado, el connotativo. La palabra examen significa con toda seguridad algo diferente para quien examina y para quien es examinado (por ejemplo).

Las connotaciones son variadas: axiológicas e ideológicas, es decir, en relación con valores e ideologías (patria, libertad, anarquía, por ejemplo); de procedencia geográfica o social del hablante (guaje, pasma, currela, pringado); de edad o profesión (guateque, mates, cliente, paciente); de afectividad, etcétera.

Naturalmente, un hablante puede ser más o menos consciente de estar utilizando términos muy connotados cuando dice albañil, morro, excusado...

La connotación puede en ocasiones recubrir casi totalmente el significado denotativo, el núcleo conceptual básico de una palabra. Esto suele ocurrir en la poesía.

En la lengua coloquial, palabras que se usan como insultos han perdido el valor denotativo que poseen en la lengua, para tener sólo el connotativo, la intención insultante que que quien los profiere pone en ellos y que entiende perfectamente el destinatario/a (por ejemplo, "eres una zorra", "eres un bastardo").

En registros de la lengua, como el coloquial, el más frecuente para la mayoría de los hablantes, la connotación es esencial: lo expresivo y lo apelativo están en el centro mismo de la comunicación.

La lengua literaria moviliza también significados connotativos y aún los crea. Por el contrario, los lenguajes científicos, donde el emisor y el receptor están idealmente ausentes, son un terreno en el que la denotación es casi exclusiva.

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