La ortografía del castellano

 Si el hito decisivo para la fijación gráfica del castellano medieval es la obra de Alfonso X el Sabio, para el castellano moderno lo es la labor de la Academia de la Lengua, fundada en 1714; uno de sus objetivos explícitos es establecer la ortografía del castellano.

Imperativo fonético y etimológico

El alfabeto castellano procede del latino y, como el, se basa en el principio fonético de escribir como se pronuncia: a cada fonema, y en general, a cada hecho fónico, corresponde una determinada marca gráfica. Sin embargo, dicho principio se halla en contradicción con el imperativo etimológico, que exige fidelidad en la escritura a formas previas de las palabras, desaparecidas o conservadas. El castellano ha oscilado siempre entre ambos imperativos, si bien siempre ha prevalecido el primero, de manera que no se producen demasiados ajustes entre el sistema fonológico y el gráfico. Algunas lenguas románicas, como el italiano, son más fonéticas; otras, como el francés, dan más importancia que el castellano a la etimología, con lo que ello conlleva de separación entre lo escrito y lo hablado. La Academia, que optó por la escritura fonética, no rompió del todo con lo etimológico.

Niveles ortográficos

Se puede hablar de tres niveles ortográficos:
  1. Puntuación (que incumbe a frases y enunciados).
  2. Acentuación (que se relacionan con la palabra como unidad).
  3. Representación de los fonemas.
Es a este último al que se concede más importancia, tal vez por su mayor dificultad de aprendizaje, al ser más arbitrario; aunque si se tuvieran en cuenta criterios como el de la expresión de un pensamiento coherente o la mejor sistematización, serían los de puntuación y acentuación que deberían reforzarse en el aprendizaje.

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