Monosemia y polisemia
Sólo de los lenguajes científicos está ausente la polisemia, un tecnicismo posee un solo y único significado. Cuando un mismo término aparece en diferentes ciencias no es, en rigor, el mismo término, sino que en cada caso se trata de uno específico, con el significado explícitamente definido que dentro de dicha ciencia se le ha asignado. Lo mismo cabe decir de tecnicismos que pertenecen a modelos teóricos distintos de una misma ciencia: es el modelo el que les da su valor único e invariable.
De manera que el lenguaje científico es el ámbito de la monosemia, la cual, por el contrario, es rara en el lenguaje natural. La mayor parte de las palabras poseen más de un significado, sobre todo en el léxico más común.
En último término, la polisemia deriva de la arbitrariedad del signo, pues eso supone la posibilidad de que los signos sean atribuidos a referentes para los que originariamente no servían, y por tanto, a través del uso, cambie el significado. En el transcurso de la historia, los hablantes dan a las palabras nuevos significados, sin que desaparezcan necesariamente los antiguos.
Las fuentes de la polisemia (un significante, varios significados) son:
- Los cambios en la aplicación de las palabras (por ejemplo, el término diestro cuando decayó como derecho significó hábil).
- La especialización en un medios social (por ejemplo, fiel en el lenguaje religioso; operación en el militar, el comercio o las matemáticas).
- El lenguaje figurado, es decir, la utilización de determinadas palabras con significados distintos a los que parecen originarios, en virtud de la semejanza o proximidad que el hablante aprecia entre tales significados o entre sus referentes (por ejemplo, corazón de una fruta).
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