La sustantivación
Se denomina sustantivación o nominalización al fenómeno por el cual una palabra o un sintagma asume las características de un nombre, desempeñando la función de sujeto o bien cualquier otra de las que el nombre realiza en la oración (complemento directo, complemento de un nombre precedido de preposición...).
Se distingue la sustantivación lexicalizada de la propiamente funcional. La primera consiste en que la palabra pasa a ser formalmente un nombre, con los morfemas característicos del número y el uso del artículo. Así ocurre, por ejemplo, con determinados adjetivos: el impermeable, el fuerte, el periódico...; con infinitivos: el deber, el poder, los cantares...; o con construcciones del tipo de pagaré, pésame o correveidile. Además, toda palabra usada metalingüísticamente (cuando se habla de ella y no de la realidad a la que se refiere), es propiamente un nombre: tus peros, el sí.
Más común es la sustantivación funcional: la palabra o sintagma no llega a ser una unidad léxica diferente de la que era sino que simplemente actúa como nombre en el enunciado. Por ejemplo, el adjetivo nuevo en el enunciado el coche viejo consume menos gasolina que el nuevo. Piensa, por otra parte, en el amplio número de palabras que están integradas en la lengua como adjetivos y nombres: intelectual, vecino, amante, extremeño (al igual que todos los gentilicios), etc. Los adjetivos también se sustantivan mediante el artículo neutro lo: lo perfecto no existe.
Funcionalmente, se sustantivan los demostrativos: ésos no volverán, los posesivos (los tuyos están mejor), los indefinidos (vienen muchos) y los numerales (se matricularon doscientos).
También se sustantiva una oración cuando se incluye en otra desempeñando en ella una función nominal: sujeto (me preocupa que te aburras), complemento directo (ya sé que has aprobado todo el curso), etc.
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