Introducción a las clases de textos
La diversidad de situaciones comunicativas determina una gran heterogeneidad de textos: la noticia, la oferta de trabajo, el poema, la discusión, las instrucciones de uso de un objeto, la carta, la sentencia judicial, el chiste... son algunas de las clases de textos que expresan, y a la vez conforman, la práctica social.
¿Puede reducirse esta diversidad a una tipología estricta, que contribuya al estudio de los textos mismos y dé cuenta del proceso de producción textual?
Los intentos de elaborarla han sido abundantes, pero no por ello puede decirse que exista acuerdo al respecto: más que una tipología existen varias, dependiendo del marco teórico desde el que se hacen y del criterio elegido.
Los criterios para la clasificación textual se dividen, fundamentalmente, en dos grupos. El primero está basado en consideraciones externas al texto: ¿en que situación se produce, cuáles son los roles de los hablantes, qué desea el emisor y espera el receptor?; en resumen, ¿para qué y para quién se habla? El segundo se centra en la estructura del texto y en determinados rasgos formales de él.
Clases de textos y funciones del lenguaje
El primero de los criterios puede ponerse en relación con la distinción clásica de funciones del lenguaje. Si éste es un instrumento, un útil que sirve para varias finalidades, las siguientes clases de textos parecen posibles:
- Textos representativos, informativos o declarativos, en los que el hablante pretende informar objetivamente de algún aspecto de la realidad. La noticia, la biografía... son textos de esta clase.
- Textos expresivos, en los que el hablante manifiesta su mundo subjetivo; como por ejemplo, en la mayor parte de las conversaciones cotidianas. En un sentido amplio, los textos apelativos o valorativos, que expresan juicios de valor (bueno/malo, bello/feo...) pueden incluirse aquí.
- Textos apelativos o descriptivos, con los que el hablante pretende influir sobre el interlocutor o interlocutores, provocando una conducta: arenga militar, sermón, eslogan publicitario, normas, órdenes, reglamentos, etcétera.
- Textos poéticos, en los cuales el propósito del hablante se centra en la creación verbal: adivinanzas, trabalenguas, juegos de palabras, y sobre todo, textos literarios.
Hay que tener en cuenta que la elaboración de un texto puede responder a varias finalidades; sin embargo, una aparece como dominante, siendo la correspondiente función del lenguaje la que permite asignar el texto a una clase concreta.
Textos narrativos, descriptivos y expositivos
El segundo criterio (estructura y forma de los textos) ha sido abordado desde numerosos puntos de vista. Desde un punto de vista muy general, se atiende al tipo de relaciones existentes entre las predicaciones que se suceden en un texto, que pueden ser, básicamente, de origen temporal, espacial o lógico. Esto permite distinguir tres grandes clases, que coinciden además con los tipos de escritos: la narración (basada en la ordenación temporal de acontecimientos), la descripción (construida sobre un orden espacial) y la exposición-argumentación (basada en relaciones lógicas). Ello sin perjuicio de que existan numerosos textos mixtos: narraciones que incluyen descripción y exposición, textos expositivos que recurren a la descripción, etcétera.
El presente criterio debe ponerse en relación con el mencionado en primer lugar: ¿para qué y para quién se narra, se describe o se argumenta? Pues un relato, por ejemplo, puede servir para varias cosas: entretener a un niño/a (un cuento), convencer (una fábula), explicar algo (un mito), etcétera.
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