Proceso para comentar un texto literario (1)
Es muy frecuente que los métodos propuestos para comentar un texto escrito distingan dos grandes apartados en el análisis de los elementos que lo componen:
- Elementos que corresponden al plano del contenido: tema, expresión, estructura interna...
- Elementos que corresponden al plano de la forma o expresión: género del texto, léxico, retórica...
Los últimos son más fáciles de analizar y delimitar, pero hay que evitar llevar a cabo sólo su identificación, o una enumeración no valorada de los recursos que aparecen en la obra.
Los aspectos formales y de contenido están íntimamente relacionados y a veces son difíciles de separar del análisis del texto.
En los métodos del comentario de textos se suelen distinguir unos de otros con fines prácticos, pero no hay que olvidar que la forma es una expresión del contenido y que a menudo éste determina la elección del léxico y de los recursos expresivos del autor.
El proceso consta de los siguientes pasos:
Situar el texto
Antes de emprender el comentario de un texto conviene situarlo en su contexto histórico porque puede facilitar su comprensión y análisis.
Esta parte del proceso requiere llevar a cabo las averiguaciones necesarias sobre el autor del texto: su obra general, las condiciones culturales e históricas en las que escribió, pensamiento, política, cultura...
Esta actividad es externa al comentario del texto. Pero el conocimiento de estos factores facilita la comprensión y análisis del texto.
En esta fase se se debe tratar de incluir:
- el nombre del autor;
- el periodo histórico en que vivió y escribió su obra;
- la tendencia literaria a la que suele adscribirse;
- la obra a la que pertenece el texto en el caso de que éste sea un fragmento;
- el lugar y la significación de la obra comentada dentro de la obra general del autor;
- el momento en el que el autor escribe la obra la que pertenece el texto.
Análisis del contenido
Determinación del tema
El tema es la idea central, la que está presente a lo largo de todo el texto y en función de la cual se ha escrito.
El tema se formula mediante una frase o sintagma de carácter abstracto; por ejemplo, angustia por el paso del tiempo, sátira a los feos, lamento amoroso...
No hay que confundir tema y argumento. El argumento es la historia, el conjunto de hechos, personajes y situaciones de las que el autor se sirve para desarrollar el tema.
A un tema pueden corresponder multitud de argumentos; así por ejemplo, numerosos autores han escrito poemas de tema amoroso o novelas de tema policíaco o piezas teatrales que giran en torno al tema de los celos, pero lo han hecho utilizando argumentos y lenguajes diferentes. El resultado es que cada obra es distinta a las demás.
Estructura interna
Un texto no forma un todo monolítico, sino que está compuesto de distintos elementos interrelacionados que constituyen su soporte.
El conjunto de estos elementos y las relaciones que se establecen entre ellos reciben el nombre de estructura.
En el plano del contenido una forma de analizar la estructura es señalar las diferentes partes que lo componen. Éstas no tienen porque coincidir con signos de puntuación o con partes gráficas observables a simple vista como son el párrafo, el capítulo, o la estrofa, sino que se delimitan en función del aspecto particular del tema global que se desarrolla en cada una; es decir, son unidades temáticas.
Un ejemplo de lo que pueden ser partes en la estructura de un relato cualquiera es: la presentación de un personaje o de varios, la descripción de un lugar, el desarrollo de una acción concreta...
En un texto lírico hay que observar en que fases el autor expresa su situación o estado de ánimo; por ejemplo: exposición de un hecho, expresión de la causa que ha originado sus sentimientos, valoración de unos hechos, descripción del ambiente...
Al analizar un texto, conviene localizar sus estructuras mediante la numeración de líneas, versos o estrofas.
De forma general, se distingue entre obras de estructura abierta (aquellas que no ofrecen un desenlace, de manera que el argumento se puede continuar) y obras de estructura cerrada (el autor concluye totalmente el argumento).
Por ejemplo, los romances tradicionales suelen presentar estructura abierta; en cambio los sonetos renacentistas la tienen cerrada.
En el plano del contenido también se debe valorar la actitud que el autor adopta ante los hechos expuestos (aunque ésta a veces no está muy clara).
En la siguiente entrada, seguiremos profundizando en este proceso.
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