El cambio semántico

 El cambio lingüístico que afecta a todos los planos de la lengua, es más rápido en el significado. Si una generación de hablantes apenas percibe leves modificaciones en el sistema fonológico o en el gramatical (o no las percibe en absoluto), pero reconoce en cambio cómo determinados vocablos varían en su significado, a veces con intencionalidad de los hablantes; a menudo, con olvido del que tenían anteriormente; en otras ocasiones, manteniéndolo y convirtiéndose, por tanto, en polisémicos.

Naturalmente, ocurre también que ciertas palabras desaparecen del uso, convirtiéndose en arcaísmos, mientras que otras nuevas entran, por préstamo o creación, en la lengua.

El cambio semántico comienza como un hecho del habla, obra de un usuario individual o de un pequeño grupo de hablantes, siendo entonces un fenómeno ocasional, que luego se propagará con mayor o menor rapidez e intensidad en el sistema lingüístico.

Causas del cambio

¿Por qué cambia el significado de las palabras?  La arbitrariedad del signo es el fundamento último del proceso originado por un conjunto de circunstancias que operan tanto desde el exterior de la lengua como en el seno del propio sistema lingüístico.

Si esencialmente, el léxico simboliza la realidad extralingüística, es claro que los cambios experimentados en esa realidad provocarán los de los signos que representan. La aparición de nuevos objetos e instituciones, la modificación de las circunstancias sociales, la elaboración de nuevas concepciones del mundo (valores, ideas...), exigen nuevas palabras desde el momento que tienen lugar. Estos neologismos son muchas veces sólo neologismos de sentido: un término existente en la lengua, altera su significado. Por ejemplo, torpedo pasó de referirse a un cierto pez a un artefacto bélico.

Dos tendencias contrapuestas operan en los cambios: la especialización y la generalización. Palabras de referencia muy amplia se especializan en algunos ámbitos para determinados referentes (lidiar en el lenguaje de la tauromaquía, oficio en el lenguaje religioso, etc.) y otras de significado particular pasan a tenerlo más amplio y general (arribar, de llegar la nave al puerto, a llegar, por ejemplo).

Con frecuencia, los prejuicios sociales y culturales explican el cambio de algunas palabras, cuando ciertas connotaciones adquieren un peso que llegue a modificar su significado básico como ocurre con jesuita (hipócrita), judío (avaro) o burgués (acomodado, mediocre), entre otras.

Razones históricas y sociales del cambio se encuentran también en la peculiar intensidad con que determinadas zonas de la realidad son sentidas por una colectividad o una época, por la tendencia a la diferenciación y a la uniformidad, o por el prestigio que ocasionalmente adquieren lenguas próximas o registros particulares de la misma lengua.

La observación por parte de los hablantes de proximidades o semejanzas entre objetos y significados, igual que el deseo de expresividad, de énfasis, de ironía o de juego, justifican así mismo procesos de cambio semántico. Por ejemplo, casi todos los nombres de animales pueden servir para referirse a personas o caracteres: perro, zorro, lince...

En suma, para que las palabras modifiquen su significado, actúan a un tiempo razones sociales y psicológicas.

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