La metáfora y la metonimia
Los cambios semánticos mencionados se deben a las propias virtualidades existentes en el interior del sistema lingüístico. Algunos teóricos hablan por ello de causas lingüísticas del cambio; en realidad este conjunto de problemas puede considerarse como modos del cambio. Es decir, ¿cómo cambian las palabras de significado?
Los modos esenciales son la metáfora y la metonimia, que la retórica antigua estudió en relación con el lenguaje poético, pero cuyo rendimiento es decisivo en todos los niveles de la lengua.
La metáfora es un cambio de significación por semejanza de significados: la que existe entre un vaso con pie para beber y conjunto de ramas y hojas que forman la parte superior de un árbol permite expresar ambos con el significado de copa; dorar (tostar ligeramente un alimento), cresta de una montaña, lomo de un libro... son metáforas de la lengua, cuyo origen está en la semejanza objetiva de las cosas que se designan (aspecto físico, función...) o en la apreciación subjetiva de tal semejanza por parte de los hablantes.
La metonimia se basa, por el contrario, en la contigüidad: un signo adquiere el significado de otro que aparece junto a él en el contexto, o cuyos referentes se encuentran próximos en la realidad. Copa, con el significado de líquido que cae en una copa es una metonimia, y lo son colegio (edificio: originariamente sólo es un grupo de personas reunidas para el aprendizaje), sueldo (antes, sólo moneda), óleo (cuadro pintado al óleo), etcétera.
Las metonimias se suelen clasificar así:
- Del continente al contenido: beber un vaso.
- Del autor a la obra: comprar un Picasso.
- Del lugar de origen a la cosa: un valdepeñas.
- Del instrumento al agente: el batería.
- De la causa al efecto: vivir de la literatura.
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