Los morfemas del verbo
Algunos de los morfemas del verbo son compartidos por otras clases de palabras (el número y la persona); los restantes, en cambio, son exclusivos de él.
Número y persona
El morfema de número distingue singular y plural (vivo, vivimos); el de persona, las distintas personas gramaticales en torno a las que se organiza el discurso: la 1ª (el hablante), la 2ª (el oyente) y la 3ª (lo que no es 1ª ni 2ª).
Estos morfemas marcan la concordancia con el nombre, pronombre o palabra sustantivada que funciona como sujeto: se llaman por eso morfemas concordantes.
Las marcas que estos morfemas tienen son:
- ∅ 1ª persona de singular
- -s 2ª persona singular
- ∅ 3ª persona de singular.
- -mos 1ª persona de plural.
- -is 2ª persona de plural.
- -n 3ª persona de plural.
La expresión ∅ referida a un morfema equivale a ausencia de marca.
El pretérito perfecto simple tiene marcas peculiares:
- ∅ 1ª persona de singular
- -ste 2ª persona singular
- ∅ 3ª persona de singular.
- -mos 1ª persona de plural.
- -steis 2ª persona de plural.
- -ron 3ª persona de plural.
y también el imperativo, que solo posee dos formas de 2ª persona:
- ∅ singular.
- -d plural.
No todas las formas del verbo presentan los morfemas de número y persona: carecen de ellos el infinitivo (cantar), el gerundio (cantando) y el participio (cantado), por lo que estas últimas reciben el nombre de formas no personales del verbo. En realidad, tampoco poseen informaciones de modo o de tiempo, aunque sí de aspecto.
Modo
El modo es una categoría gramatical que expresa la actitud del hablante ante lo dicho. En castellano existen tres modos: el imperativo, el indicativo y el subjuntivo.
El imperativo realiza la función apelativa del lenguaje: indica órdenes (¡calla!), instrucciones (doblad el papel) o ruegos (acércame el libro, por favor) que el hablante dirige a un interlocutor para conseguir de éste que realice una acción determinada. Sólo posee la 2ª persona del singular y de plural. No puede depender de ningún verbo al que se una una con que, y no admite la presencia de quizás ni de no, lo que es tanto como decir que sobre las expresiones con imperativo no es posible dudar, preguntar ni negar, sino responder a ellas con una conducta, haciendo o no lo que se exige.
Frente al imperativo, que pretende actuar sobre la realidad, los modos indicativo y subjuntivo se refieren a ella; las formas del indicativo como a una realidad objetiva, sin que el hablante intervenga emocionalmente en ella (duermen, han preguntado, lloverá); las de subjuntivo, mostrando un mundo subjetivo de duda, temor o deseo (quizás duerman, ¡ojalá llueva!).
Las formas de indicativo pueden aparecer, en la oración, como principales o como subordinadas; las de subjuntivo, aunque pueden formas oraciones independientes, suelen subordinarse a verbos que expresan duda (dudo que vuelva), deseo (quiero que lo hagas), emociones o sentimientos (lamento que te vayas): son las únicas posibles tras verbos de voluntad o deseo seguidos de que o tras la interjección ojalá.
En algunas ocasiones, el subjuntivo viene impuesto por la subordinación del verbo a otro, sin que ello implique la participación subjetiva alguna del hablante (la clase habrá terminado cuando suene el timbre).
Tiempo
El tiempo es una categoría gramatical que sitúa el contenido significativo del verbo en un momento simultáneo, anterior o posterior respecto al momento del habla. Existen, según esto: el presente, el pasado o pretérito y el futuro. Estos tiempos pueden medirse a partir del momento del habla: canto, he cantado, canté, cantaré, tienen sentido en relación con el instante en que se enuncian; se llaman tiempos absolutos. Los restantes (había cantado, cantaba, cantaría...) se miden en relación con los absolutos (anuncio que vendría a la fiesta) o a partir de otra indicación temporal que el contexto proporciona (ayer a estas horas ya habíamos cenado); se llaman tiempos relativos.
Aspecto
Una última categoría gramatical comportan las formas verbales: el aspecto. Consiste en una información acerca del desarrollo de la acción verbal, la cual puede verse en castellano como acción en curso, cuyo término no se contempla (vivo en Bilbao, a las nueve llovía mucho) o bien como una acción que ya ha concluido (viví en Bilbao). En el primer caso, se habla de aspecto imperfectivo; en el segundo, de aspecto perfectivo. Todas las formas simples, excepto el pretérito perfecto simple, tienen aspecto imperfectivo; todas las formas compuestas, junto con el pretérito perfecto simple señalan el aspecto perfectivo.
Comentarios
Publicar un comentario