La expresión de la causalidad
La expresión de la causalidad es esencial en todas las lenguas y en todos los niveles. Próximas a la relación causal se encuentran la finalidad (causa final, desde un punto de vista lógico), la condición y consecuencia.
En castellano se expresa la causa por medio de las subordinadas causales, y también, implícitamente, por las de finalidad, condicionales, concesivas y consecutivas.
La expresión de la causalidad conecta hechos, ideas o valoraciones que se implican lógica o pragmáticamente. El lenguaje científico y técnico busca esencialmente manifestar tales implicaciones lógicas. El lenguaje común exterioriza presuposiciones, en las cuales se basan el conocimiento del mundo y las relaciones interpersonales, pero que no son siempre indiscutibles ni bien fundadas. Por ejemplo, no es raro que el lenguaje diario presente lo que no es sino una secuencia temporal como causa (a Luis le dejó su novia, luego empezó a beber: Luis empezó a beber porque le dejó su novia); ni es raro que, obviando un encadenamiento de juicios riguroso, dé como causas hechos que son propiamente indicios que permiten llegar a una conclusión (has llorado porque tienes los ojos rojos); ni que presente como única causa lo que no es sino una de las diversas causas que producen el efecto (los accidentes de tráfico se producen porque los conductores son muy imprudentes).
Tales simplificaciones no pueden aspirar a reflejar toda la complejidad de la situación y pueden ser intencionales, como ocurre en los lenguajes persuasivos, que suelen dar como causas hechos no verificados, valores o estereotipos.
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