La descripción (II)
Esta entrada es continuación de la entrada anterior.
El enfoque descriptivo
La comparación tradicional de la descripción con la pintura sugiere acaso que aquella permite a un hablante darle a otro la realidad o, al menos, una imagen fiel de ella. Pero si ni siquiera la fotografía proporciona esa imagen (pues entre los objetos y su representación median muchas cosas: el enfoque, la luz...) parece evidente que tampoco la descripción verbal la dará.
De modo que, junto al objeto, hay que considerar lo que puede llamarse enfoque descriptivo, es decir, la actitud del hablante que acomete la descripción.
Este enfoque puede ser concreto o genérico. Suele entenderse por descripción la de un objeto perceptible por los sentidos (esta silla, el libro de mi padre, la catedral de Burgos), pero lo es también por tipos y modelos de objetos que necesariamente generalizan (una silla isabelina, el Lazarillo de Tormes, una catedral gótica): dos clases de descripciones parecen posibles.
Desde otro punto de vista, toda descripción puede ser más o menos subjetiva u objetiva, según el hablante introduzca o no en ella sentimientos y valoraciones. El enfoque subjetivo y el objetivo suelen coincidir, respectivamente, con el concreto y el genérico: la descripción literaria en un extremo, y la científica y técnica, en otro, son ejemplos muy claros. Las descripciones científicas tienen incluso un carácter expositivo.
Por último, hay que tener en cuenta que resulta posible describir objetos inexistentes en la realidad, imaginarios (la isla voladora de los Viajes de Gulliver, la máquina del tiempo de Wells, por ejemplo). En estos casos la descripción crea su objeto, más que representarlo.
Estructura de la descripción
La estructura de una descripción depende de la del objeto real o imaginario que se describe y del enfoque del hablante. Formas, volúmenes, colores, sensaciones (las visuales y las sonoras son las que permanecen en la percepción humana) se traducen en palabras que expresan coherentemente la naturaleza del objeto, así como el modo de percepción y reconocimiento. Las posibilidades son muchas: descripción desde lo próximo a lo más alejado o viceversa, del detalle al todo o viceversa, del interior al exterior o viceversa, etcétera.
Recursos lingüísticos
El recurso lingüístico fundamental de la descripción es el predominio del sintagma nominal sobre el verbal. Los nombres, que significan los objetos como percibidos en sí mismos, son más abundantes que los verbos, que indican acción o al menos proceso. También son muy numerosos los adyacentes del nombre, y sobre todo, los adjetivos, palabras que típicamente indican cualidades. No faltan las enumeraciones y resulta frecuente la comparación, la sinestesia y la metáfora. Respecto a los verbos destaca el uso de formas imperfectivas: el presente y el pretérito imperfecto son, por excelencia, los tiempos de la descripción.
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